El furancho A de Marcos, fue con el que me estrené en este mundo y el que repetí. Nada más llegar te encuentras un parking para dejar los coches a la sombra de los viñedos, al igual que la terraza que también se encuentra a la sombra de los mismos. Cuenta también con una pequeña zona en el interior del local. Como ocurre en todos estos sitios, se encuentra en un anexo de la vivienda del propietario.
Nos acompañaron unos chicos muy atentos a la mesa, que estuvieron en todo momento muy pendientes de nosotros. Nos tomaron nota de la bebida y mientras esperábamos lo que habíamos pedido nos pusieron un poco de queso de aperitivo y después un cuenco de ensalada de pasta. El segundo día que fuimos nos pusieron un poco de empanada para picar.
Como ya os he dicho antes, estuvimos dos días porque nos gustó mucho, así que las fotos de las raciones corresponden a los dos días, así más cosas de las que opinar.
Las raciones como podéis observar son generosas. Unos pimientos de Padrón (que ninguno picó), una ración de calamares, zamburiñas, una señora ensalada, croquetas de pollo y todo ello acompañado de un rico pan gallego y por supuesto un buen vino de la cosecha.
Dejamos hueco para degustar los postres caseros, cañitas rellenas de crema, tarta de queso y un sorbete de limón.
Ricos productos gallegos, de los que disfrutar y a un precio muy razonable, porque hay que comer y beber mucho para pagar más de 15€, dependiendo de ello puede oscilar entre 12-15€ por persona.
Sin lugar a dudas, volveré.
Os recomiendo reservar.
El Gps del coche nos volvió un poco locos para encontrar este sitio, pero con Google Maps no hubo ningún problema.
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